Aproximadamente, mil millones de personas en todo el mundo conviven con algún tipo de discapacidad. Se estima que, aproximadamente, el 27,5 % de ellas poseen un problema de audición. 5 millones de esos sujetos padecen una sordera profunda que les ha obligado a desarrollar otros sistemas para comunicarse con su entorno. Hablamos, como no, del lenguaje de signos o de señas, como también es conocido. Sin embargo, al contrario de lo que muchas personas creen, no se trata de un lenguaje universal compartido por todas las personas con problemas de audición sin importar su procedencia. De ello se ha hecho eco la Federación Mundial de Personas Sordas, que afirma que, a nivel global, existen más de 300 lenguas de este tipo.
Personas que utilizan el lenguaje de signos en Europa
Antes hemos dado algunas cifras, pero podemos ir un paso más allá haciendo referencia a los países europeos, dentro de los cuales hay cifras exactas acerca de las personas con problemas de audición. Por ejemplo, el país que lidera el ranking es Francia, que cuenta con más de 300 000 sujetos con esta capacidad dentro de su territorio. Le sigue Alemania con 200 000 y España con 100 000. Mención especial merece el caso de Rusia con 120 000, aunque no todo su territorio pertenece a Europa.
Estos son los únicos tres países europeos que exceden la cifra de 100 000 personas con sordera de algún tipo. El siguiente puesto lo ocupa Gran Bretaña con sus 77 000 casos, seguido de Portugal con 60 000. Ucrania llega a los 54 000 y Polonia y Bulgaria a los 50 000. Sorprende el caso de Italia con solo 40 000 a pesar de tener mayor población que España.
Mitos relacionados con la lengua de signos
Resulta curioso que, a lo largo de las últimas décadas, se hayan desarrollado una serie de mitos en torno al lenguaje de signos. Sobre todo, entre los usuarios del español a nivel mundial. Aquí vamos a tratar de desmontarlos de forma sencilla y rápida. Algunos de ellos seguro que te suenan:
- Es un lenguaje conformado simplemente por señas y gestos. Para nada. El lenguaje de signos es una lengua como cualquier otra y, por tanto, responde a un sistema cultural y evidencia la identidad de una comunidad tan importante como es el de las personas con problemas auditivos.
- Hay una lengua de señas por cada lengua oral. Es totalmente falso. De hecho, no hay constancia de que ningún lenguaje de signos se haya desarrollado en base o de manera paralela a una lengua hablada. Ni a nivel local ni a nivel global.
- Todas las señas son válidas en cualquier parte del mundo. Este mito está relacionado directamente con el primero. Debemos tener en cuenta que cada lengua de señas ha evolucionado con base en las necesidades y características de cada cultura (no de cada lenguaje). Por tanto, se han diferenciado entre ellas. Por poner un ejemplo, la definición de comida en España, donde usamos tenedores y cucharas para comer, no tiene nada que ver con la empleada en Japón, país en el que se utilizan palillos.
- Solo las personas sordas usan el lenguaje de signos. Otro mito a derribar. A poco que profundicemos en el lenguaje de signos nos damos cuenta de que hay usuarios que no tienen ningún problema de audición. Es el caso, por ejemplo, de los hijos oyentes de padres sordos (HOPAS). Para ellos, su lengua materna no es el español, sino el lenguaje de signos. También hay una amplia comunidad de intérpretes.
- La lengua de señas es equivalente al lenguaje local. Esto queda patente al pedir a cualquier persona usuaria habitual de la lengua de signos que escriba una redacción en español. No tardaremos en darnos cuenta de que no es capaz de emplearlo de un modo natural. Esto se debe, principalmente, a que la lengua de signos tiene sus propias estructuras y normas.
- La lectura de labios es más efectiva que la lengua de señas. El oralismo debe entenderse como un complemento a este tipo de lenguaje. De hecho, los expertos apuntan a la necesidad de un desarrollo bilingüe y bicultural, estableciendo que la lengua de signos es parte de la identidad de todas las personas sordas. Además, la lectura de labios es prácticamente imposible para quienes, por ejemplo, nacieron con una sordera profunda.
Dicho esto, resulta evidente que, aunque no existen distintos lenguajes de signos para diferentes idiomas, este sistema de comunicación no puede entenderse como un todo. Se trata de una estructura independiente que, a lo largo de los años, se ha ido desarrollando con base en las necesidades y características de cada comunidad y cultura.
El alfabeto dactilológico como complemento del lenguaje de señas
Deletrear es algo que necesitamos hacer, incluso, al emplear la lengua oral. De hecho, es especialmente habitual a la hora de citar términos en otros idiomas con el propósito de garantizar que somos perfectamente entendidos por nuestro interlocutor. Esto, aplicado al lenguaje de signos, se denomina alfabeto dactilológico. Se trata de un sistema en el que cada letra se representa con una determinada posición de los dedos de la mano.
Sin embargo, a la hora de utilizar el abecedario dactilológico o manual en distintos lugares, podemos tener problemas. Esto se debe, al igual que dijimos antes, a que cada cultura ha desarrollado diferentes señales para representar un mismo concepto. Por ejemplo, en España la letra ‘Z’ se representa elevando el dedo meñique. En Estados Unidos, subiendo el índice y realizando movimientos en zigzag.
Por su parte, el español es el único idioma que emplea la conjunción ‘CH’ a la hora de formar palabras. La letra ‘che’ se representa extendiendo el pulgar, el índice y el corazón. Un signo que, por ejemplo, en Bélgica se emplea para representar la ‘W’. Otra prueba más que evidente acerca de cómo ha evolucionado el lenguaje de signos en cada país y región del mundo.
En definitiva, la lengua de signos es el instrumento que utilizan los sordos para comunicarse. Pero, al igual que cualquier otro idioma, ha desarrollado una serie de estructuras y normas con base en la cultura sobre la cual ha crecido.